«A la salida del trabajo vamos a tomar una copa, al Rat, al Middle East o al Chet's Last Call, a oír a los Minutemen o a los Pixies, a los Del Fuegos o a los Galaxie 500, a los Motorhead o a los Flesh For Lulu. O sólo a beber, acercándonos unos a otros y hablando a gritos para oír lo que decimos en medio de todo el barullo, poniendo los labios junto a la oreja de la vecina, comprobando lo que se siente estando tan cerca de una mujer, su voz vibrando en el interior del propio cerebro, no del todo entendida pero lo suficiente. Lo bastante para ir a su apartamento cuando cierre el bar y quedarse a dormir con ella. Y a la tarde siguiente los dos nos encontramos otra vez en la Sala Marrón, oyendo la lectura del registro. Sólo que ahora yo he estado en su habitación, o ella en la mía, y sabemos más el uno del otro, nos hemos visto desnudos o hemos palpado nuestra respectiva desnudez en la oscuridad y los dos hemos estado avergonzados pero con un subidón por todo lo que ha pasado, conscientes de que cuando acabe el turno iremos de nuevo a tomar una copa, pero quizá solos esta vez, o puede que vayamos directamente a su casa.»


Otra noche de mierda en esta puta ciudad
Nick Flynn
Dream girls don't know what they're doing
They go 'round doing anything they want. 










The Love Song of J. Alfred Prufrock



Let us go then, you and I,
When the evening is spread out against the sky
Like a patient etherized upon a table;
Let us go, through certain half-deserted streets,
The muttering retreats
Of restless nights in one-night cheap hotels
And sawdust restaurants with oyster-shells:
Streets that follow like a tedious argument
Of insidious intent
To lead you to an overwhelming question...
Oh, do not ask, 'What is it?'
Let us go and make our visit.

T. S. Eliot






Querida Laura:

Seguramente te extrañará recibir esta carta después de tanto silencio, pero ocurre que acabo de ver cómo un enamorado de película te pegaba dos tiros y te enviaba al otro mundo. Sí, ya sé que las cosas que ocurren en el cine son mentira, pero sigo siendo un supersticioso irremediable y quiero comprobar si sigues aquí, en la Tierra, aunque sea de tapadillo con ese nombre de artista que te has puesto. Por cierto, tu asesino no estaba nada mal, pero la protagonista y su galán eran impresentables. Como no sé dónde paras, envío esta carta a Sevilla. 

El sur, Víctor Erice







Los Molinos (I)

Un trozo de lo que he estado haciendo estos últimos cinco días a través de la cámara de mi móvil.