Antes de venir a Suecia, me pasé un montón de tardes leyendo todo lo que saliera al buscar "Malmö" en Google, y parecía estar bastante claro que no era una ciudad en la que nevara demasiado –sobre todo en la época en la que yo iba a estar– y que tendría que moverme si quería ver una ciudad con nieve. Sin embargo, el 25 de diciembre, de forma totalmente inesperada y como en una película de Navidad, miré por la ventana nada más levantarme y me encontré con todo cubierto de blanco. Probablemente, junto con un día que hizo un sol radiante después de semanas y semanas de lluvia, fue la vez que menos tardé en ducharme, vestirme, desayunar, abrazar a varios compañeros de piso (como si no acabáramos de volver de Laponia y fuera la primera vez que veíamos la nieve) y salir a la calle cámara en mano. 



















A finales de octubre vinieron mis amigas Cristina y Paula a Malmö y decidimos pasar un día en Lund, una ciudad a más o menos 10 minutos en tren desde aquí y que se supone que es de las más antiguas de Suecia. Yo ya la había conocido en verano y me había enamorado de sus puertas de colores rodeadas de flores y su tranquilidad, pero tenía ganas de volver y explorarla más. Y creo que elegimos la fecha adecuada, ya que estaba aún más preciosa con los colores del otoño (porque, además, aquí el otoño es otoño de verdad). 






Hace ya más de un mes que llegué a Suecia. Exactamente llevo aquí 45 días. Estoy en Malmö, una ciudad muy pequeñita (aunque es la tercera más grande del país) en la provincia de Skåne, y me quedo hasta finales de enero. Después de las primeras semanas dedicadas casi exclusivamente a acostumbrarme a mi nueva habitación, a compartir cocina con veintitantas personas más y a intentar no perderme por la ciudad, por fin he conseguido sentirme como en casa, comprarme una bici y conocer todos los rincones del supermercado. 

Los días han ido haciéndose cada vez más cortos y, aunque parecía que el verano intentaba alargarse, hoy ya ha llegado la lluvia, el viento y el frío. Por eso, antes de que empezara el otoño, el sábado pasado cuatro amigas decidimos hacer una pequeña excursión en bici a Lomma, un pueblo a unos 10 kilómetros de Malmö. Comimos en la playa, paseamos entre barcos pesqueros, vimos un montón de casas en las que quedarnos a vivir y probamos unos helados riquísimos en el puerto.































Una mañana bonita es una mañana de viernes poniéndote al día con las series que sigues, comiendo la tarta de limón que hiciste la tarde anterior y leyendo De noche justo antes de los bosques tumbada en un sofá azul en un salón verde. 

Reivindiquemos las mañanas bonitas. 


(La receta aquí.)